miércoles, 25 de mayo de 2016

TOMÁS ROMERO (II): "REMINISCENCIAS"


Tomás Romero



REMINISCENCIAS


Dum Dum. Dum Dum. Ese sonido le era familiar. El suelo vibraba, las hierbas se movían, los guijarros saltaban, orbitando frente a sus pies. Sacudió sus sandalias, le molestaba que le entraran los guijarros, le molestaba que se metieran entre sus dedos, aunque le recordaba que todavía podía sentir, y era la única parte de su cuerpo que podía mover.

Era temporada de lluvias, era el momento perfecto para cazar ya que los animales estaban en movimiento y tendrían que cruzar por el claro, donde él y sus pocos compañeros reposaban, escondidos, atentos, sabiendo que en su puntería, recaía la supervivencia en el invierno. Habían llegado tarde; las primeras manadas habían cruzado antes de que ellos llegaran, lo que los presionaba aún más. Esta presión cesó al ver las sombras que avanzaban lentamente desde el Este. Al tercer día, las sombras ya casi tenían forma y a medida que se formaban, lo hacía su esperanza. Su concentración se disolvió con el sentir de unas vibraciones del suelo y antes de que pudiera darse vuelta, sintió un estallido detrás de su hombro y se desvaneció con el ruido de su cabeza contra el suelo y un repiqueteo. Dum Dum. Dum Dum.

Volvió a despertarse, mojado, frío. Pensó que aún eran temporadas de lluvia, y ante el negro húmedo que cubría sus ojos, anhelo volver a ve, al menos una vez más. Intentó sacudirse, intentó gritar, sin éxito, no era más que un muñeco a la merced del viento. Escuchó como alguien entraba a la carpa, le daría de comer como cada día, agua rancia y lo que parecía una pasta más rancia aún. Pero no esta vez. Sintió como lo sostenían y lo llevaban fuera, bajo la lluvia, lo arrastraron lo que pareció horas, subieron, bajaron, y subieron aún más, y cuando pensó que nunca iba a terminar, se detuvieron. La luz inundó sus ojos y quedo ciego por unos minutos, hasta que vio, para desear no haberlo hecho y escuchó, lo que cada noche le despertaba entre sudor. Dum Dum. Dum Dum.

Frente a él, había, debajo, como pequeños animales, miles de personas, aullando, gritando y alzando sus brazos con insignias que le recordaban los tallados de los árboles. Volvía a estar atado, en una cama, pero horizontal, era una exhibición, una diversión, su entretenimiento. Varios hombres con mascaras bailaban frente a hogueras, donde se cocinaba carne que el nunca había visto antes, y todo el ruido se teñía con el fondo de dos hileras de tambores que parecían que nunca dejarían de tocar. Un hombre sentado frente a él se paró y dijo “Nahkil´we Dijz No Gano”. Y como si hubiera leído sus deseos se acerco a su cama y con la traidora luna, se metió en su pecho. Al ritmo que todo quedaba en blanco, él solo podía escuchar, sin distinguir cual provenía de cual, los sonidos de los tambores y la gente, que resonaban: Dum Dum. Dum Dum.


Tomás Romero nació el 19 de Mayo de 1997 
y es estudiante de Mecidina en Bahía Blanca, Argentina.



martes, 3 de mayo de 2016

TOMÁS ROMERO (I): "ACRA"



Tomás Romero


ACRA


Lo despertó la lluvia. Se vistió lo más lento que pudo, y miró a su izquierda, a su lecho, que se mantenía tan vacío como siempre y añoró poder recostarse y sumergirse de vuelta en su soledad; pero sabía que tarde o temprano el deber vendría a por él, así que decidió hacer lo que debía rápido para poder volver a dormir.

Abrió la puerta y salió a cubierta, en la popa de la misma, ya casi enterrado por la lluvia, estaba su hijo, que quien tras saludarlo glacialmente, siguió entornando su mirada fija y perdida hacia el mar. Antes de ir se le preguntó donde estaban los demás, a lo que este, sin desviar la mirada del mar, le respondió con chillidos y sonidos erráticos. El hombre se dio vuelta y se fue pensando “No puedo decirle nada, tiene los ojos de su madre”.

Encontró a su hija en la cocina, se sentó y peleó como cada día con ella por un hueso, finalmente se dejó vencer por el cansancio y la joven, satisfecha, gozó de su frugal trofeo en un rincón donde, sin que nadie la molestara, llenó sus fauces y manos de grasa. El hombre sin dejar de verla pensó “Me robó de nuevo, pero, ¿Qué puedo hacerle?, Tiene los ojos de su madre”.

El hombre agarró un puñado del contenido del saco que se escondía en el techo de la cocina y se despidió como cada día con un tímido gesto. Empezó a recorrer las distintas celdas, viendo y recordando a su paso, a sus lados, las cebras jugaban al póker mientras bebían en sus griales tallados, una mezcla cuyo olor repelía; los osos apuntaban sus cañas por las ventanas, sentados en banquitos pendientes de uno o tal vez dos hilos; los elefantes trabajaban en escritorios llenos de papeles y grandes máquinas y casi al final, las hienas miraban televisión y criticaban cada detalle. En la última celda, de este carnavalesco calabozo, estaba su mujer, sentada estática frente a la pared. Lo vio, y tras presentarse con su negra sonrisa, se abalanzó hacia él, entre alaridos y gritos, estirando sus brazos a través de los garrotes, intentando rasgar algo con sus uñas. Noé dejó la comida que había traído del saco en el lugar de siempre y se dirigió a su habitación, contigua a la celda; donde se recostó, pensando en lo cansado que estaba, y el hambre que tenía.




Tomás Romero nació el 19 de Mayo de 1997 
y es estudiante de Mecidina en Bahía Blanca, Argentina.





jueves, 18 de febrero de 2016

MARIO MELÉNDEZ VIII


PEDAGOGÍA INCONCLUSA


Ahora que la alegría se puso de moda

le diré a mi tristeza que salga un rato
a estirar las piernas

MI GATO QUIERE SER POETA
(Basado en una historia real)

Mi gato quiere ser poeta
y para ello revisa todos los días mis originales
y los libros que tengo en casa

Él cree que no me doy cuenta
es demasiado orgulloso para dejar que le ayude

Lleva consigo unos borradores
en los que anota con cuidado
cada cosa que hago y que digo

Ayer no más, en uno de mis recitales
apareció de incógnito entre la gente
vestía camisa a cuadros
y mis viejos zapatos rojos que no veía hace tiempo

Al terminar la función se acercó con mi libro en la mano
quería que lo autografiara
y para ello me dio un nombre falso
un tal Silvestre Gatica

Yo le reconocí de inmediato
por sus grandes bigotes y su cola peluda
pero no dije nada y preferí seguirle la corriente

Luego me deslizó bajo el brazo uno de sus manuscritos
“Léalos cuando pueda, Maestro”, me dijo
y se despidió entre elogios y parabienes

Y sucedió que anoche y como no lograba dormir
levanté con desgano aquel obsequio para darle una mirada

Era un poema de amor
un hermoso poema de amor dedicado a Susana
la gatita siamés que vivía a los pies del sitio

Parecía un texto perfecto
tenía fuerza y ritmo e imaginación
y todos los elementos necesarios
para decir que era un gran poema
y sin duda era un gran poema
un poema como pocas veces había leído

Entonces me entró la rabia y la envidia y la cólera
y me pilló la madrugada con el texto entre las manos
sin atreverme a romperlo o hacerle correcciones

Que Dios me perdone por esto pero no veo otra salida
mañana echaré mi gato a la calle
y publicaré el poema bajo mi nombre
A Yashin, inolvidable sujeto peludo
que ahora viaja hacia otros cielos
y amaneceres sonámbulos
CÁMARA LENTA
El señor del chaleco triste
ya no da de comer a las palomas
los domingos por la tarde
Ahora ha encontrado una viuda joven
con la que espera pasar sus últimos días
tendidos en el lecho y comiendo manzanas
Los domingos por la tarde
vuelve a aquella plaza
del brazo de su amada
y se sienta en el mismo banco
a contar la misma historia
que antes repitiera a las palomas
La mujer escucha embelesada
cada palabra que asoma por la boca de su héroe
El paisaje se cruza de brazos
el viento cabecea y bosteza entre los árboles
la tarde sale a estirar las piernas
las palomas lo miran con nostalgia
EL CLAN SINATRA

Todos los gatos de mi barrio
son fanáticos de Sinatra
comienzan a tararear sus temas
apenas pongo el CD
y la voz se escurre
entre los techos y las panderetas
A veces me piden
que repita algún single
entonces el sonido de My way
New York o Let me try again
les para los bigotes
y los lanza de cabeza contra los vidrios
Esto no pasa cuando leo mis versos
se estiran, bostezan
miran para otro lado
o conversan entre ellos
en un acto lamentable
de ignorancia y sabotaje
"Ustedes no me comprenden"
les digo
Y vuelvo a encender el CD
para que cante Sinatra
y esos gatos se llenen de poesía
 

Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel y La muerte tiene los días contados. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. A comienzos del 2005 obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa, catalán, macedonio y griego. Durante cuatro años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó diversas antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente radica en Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Una selección de su obra acaba de aparecer en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Es considerado una de las voces más importantes de la nueva poesía latinoamericana.

jueves, 17 de diciembre de 2015

MARIO MELÉNDEZ VII


VINCENT 1993

                                                                                               a Vicente Huidobro


El gran poeta de las vanidades
se mira al espejo y dice
no hay otro mejor que yo
no hay otro más hermoso y delicado
más burlón, paradojal e irresistible
Y cuando voy por las calles
me persiguen y me piden autógrafos
se aglutinan en torno mío o se desmayan
porque soy más inmortal que las agujas
y en mi boca suspiran las estrellas
Así, cada montaña es un pelo en mi oreja
y cada nube una escalera de emergencia
donde subo y bajo como un mago
persiguiendo su conejo sin darle jamás alcance
No obstante los helicópteros me adoran
me adoran también las escolares que diviso de reojo
me adora el trapecista de un circo desahuciado
me adora la azafata de un vuelo imaginario
me adoran los enanos, los duendes, los fantasmas
y todos gritan "Ahí va Vicente, ahí va
con su cara encerrada en un sombrero
ahí va, el que se orina en los astros
el que respira copihues
y cambia de color hasta volverse inaguantable"
Y yo me río como un Buda chocho
cuando arrojan flores a mis pies
y me lleno de números telefónicos
y de mujeres que darían sus propios pechos
por rozar mi frente de amante multitudinario
o por mirar mis cabellos salidos de un arcoiris de fruta
Tengo unos cuantos lunares en francés
y un gato que me habla en un idioma póstumo
y un perro que me muerde y me lame las antenas
y un cilantro preguntando quién soy
y yo le digo "No me busques
no hagas caso de la rosa deshojada
tú tienes tu propia sabiduría
tu propio olor
tu apellido en la cazuela del domingo
y no necesitas ser tan hermoso
para que ellos te respeten
cuando con sólo probarte
tienes ganado el cielo
y un espacio en mi garganta"
Ahora me marcho en mi paracaídas
me marcho en mi aeronave de plumas anónimas
me marcho a pellizcarle las nalgas a un piano
a dormir una siesta en un ataúd de huevo



GUACOLDA


Hembra continental vestida para un viaje sin palabras
la sombra del espejo donde mueren las miradas
se parece a ti
tiene las mismas grietas esparcidas en un mar amargo
la misma historia adolorida en el balcón
donde la raza asoma
Oye a los jinetes adherirse al gran imán de los recuerdos
siente a la manada desgarrar las armaduras de los dioses
huele al primogénito del viento galopar de noche
mientras sangran a lo lejos las encías
y la muerte entra en la herida de la muerte
deshuesando el bien y el mal
Sube en el latido del cultrún
hasta donde el cóndor sacude su cabellera intratable
su túnica de plumas ancestrales
su vuelo matrimonial de alas sonámbulas
Y baila
baila junto a los hijos que no vendrán a consolarte
baila entre los guerreros que degollará el olvido
baila con tu pueblo el rito de la flecha sudorosa
el rito de la flecha sin piedad
el rito de la flecha sin sonrisa
el rito de la flecha humedecida
por el llanto de las calaveras
por el llanto de los coihues y de los sueños castrados
Y aún así
cuando la sangre mueva los pies
para hablar con los espíritus
y tú la veas venir hacia tu propia sangre
hacia tu propio pie
hacia tu propio origen
cuando el musgo tape las sobras
de la gran ira de Arauco
y los pájaros queden con la servilleta puesta
malhumorados por no haber llegado antes
cuando los ríos se ahoguen de ardor
y el queltehue amontone los gestos
del último de los caídos
lucha
lucha para que el pan se desmigue en tu mesa
lucha para que el maíz recupere su orgullo
lucha para que la flecha sonría de nuevo
para que el ciervo te enseñe a beber
para que el miedo no roa tu alma
Lucha hasta que el luto anestesie tu edad
porque estás destinada a hacerte llaga
y en ti mamarán las estrellas






Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel y La muerte tiene los días contados. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. A comienzos del 2005 obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa, catalán, macedonio y griego. Durante cuatro años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó diversas antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente radica en Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Una selección de su obra acaba de aparecer en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Es considerado una de las voces más importantes de la nueva poesía latinoamericana.

jueves, 1 de octubre de 2015

MARIO MELÉNDEZ VI

RETRATO HABLADO:



Algún día tu esqueleto recostado
será un puente
por donde crucen los verbos
tomados de la mano



ABRÍGATE, GLADYS


    a Gladys Marín

Abrígate, Gladys
que la muerte tiene los pies helados
y una lágrima en la sien
No bastarán tus rojos huesos para este viaje
ni la saliva de tu corazón
Date trato
que hay lombrices añorando tus entrañas
tus axilas luminosas
tus rodillas que adivinan el país de los enanos
Ve despacio
no te olvides de marchar entre las tumbas
no te canses
y ojo con las hormigas que te deprimen
con aquéllas que presienten tu color desde lejos
tu color sin maquillaje, tus encías de viento
tu cabello enjaulado que crece cuando ríes
compañera de las horas golpeadas
todo vale en esta noche sin orillas
donde la eternidad pasa descalza entre tus muertos
y tiene hambre de abrazarte
porque sabe que tus gestos resucitan
y se echan a volar sin despedirse
y se pierden en la patria de los sueños
y ya no vuelven
Qué harás ahora sin ti
sin tu esqueleto de pan mojado
sin tus pechos que ladran de orgullo
sin tus sábanas heridas
ahora que la ausencia se desviste para otros
qué harás bajo la tierra sin conocer a nadie
Abrígate, Gladys
y amarra bien tus cenizas por si te arrepientes

LA PLAYA DE LOS POBRES

1

Los pobres veranean en un mar
que sólo ellos conocen
Allí instalan sus carpas
hechas de mimbre y celofán
y luego bajan a la orilla
para ver la llegada de los botes
curtidos de adioses
En la playa
la miseria se broncea boca abajo
el hambre toma sol en una roca
los niños hacen mediaguas en la arena
y las muchachas se pasean
con sus bikinis pasados de moda
Ellas tienden sus toallas de papel
y se recuestan a mirar el reventar de las olas
que les recuerda la forma de un pan
o una cebolla
Mar adentro nadan los sueños
Y ellas ven al vendedor de helados
acariciando sus pechos
o a ellas mismas en un viaje hacia la espuma
del que regresan con vestidos nuevos
y una sonrisa en el alma



2

Los pobres veranean en un mar
que sólo ellos conocen
Y cuando cae la tarde
y el horizonte se desviste frente a ellos
y las gaviotas se desclavan del aire
para volver a casa
y el crepúsculo es una olla común
llena de peces y colores
ellos encienden sus fogatas en la arena
y comienzan a cantar y a reír
y a respirar la breve historia de sus nombres
y beben vino y cerveza
y se emborrachan
abrazados a sus mejores recuerdos
Mar adentro nadan los sueños
Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela
cargando libros y zapatos y juguetes
o a ellos mismos regresando del trabajo
con los bolsillos hinchados
y con un beso pintado en el alma
Y mientras ellos sueñan
el hambre apaga sus fogatas
y se echa a correr desnuda por la playa
con los huesos llenos de lágrimas
QUE SALGA EL INDIO ENTRE LAS PIEDRAS


Que salga el Guayasamín que cada uno tenemos
que salga el indio entre las piedras, médula a médula
el gran precipicio que somos, la gran llaga ecuatoriana
y lo que cae del ojo al cielo, y lo que arruga el aire
y lo que sale de nosotros mismos como una rosa deforme
y lo que araña más adentro que salga
que salga el trueno, la bocanada, el relámpago
la hebra furiosa y tuerta que mira sangrar el alma
y aquí, en esta jaula ardiente que es América de luto
están pendientes los nombres de aquellas manos clavadas
de aquellos pies desahuciados, de aquellos huesos de humo
de aquel sueño arrojado al gran ataúd del miedo
o simplemente del árbol con sus ramas infinitamente secas
Porque no estamos muertos, no estamos
y hay uno que ahora brinca por encima de los sables
y hay uno que bebe fuego y lleva alas de ceniza
y hay uno que agrieta el río con su cráneo universal
y hay uno que dice yo, yo soy el indio entre las piedras
y todo el horror humano se me apaga en el cuerpo
y tengo lágrimas y penas
y el corazón como una luna borracha
y el esqueleto dormido, y la mandíbula tiesa
y a mi oído brama el perro de las noches podridas
y a mi boca rueda el beso de la angustia que mata
Y yo pinto, yo pinto con mi voz y con mis uñas repletas
yo pinto con mi oxígeno la cicatriz del viento
raspo la puñalada maldita de los siglos
me sumerjo en el ácido mortal de las pupilas andinas
desnudo el recuerdo de la calavera sombría
y en mí sobreviven las tripas cortadas de cuajo
y cada grito soy yo, cada mejilla nacida del grito
cada suspiro fatal y su patria de aguja
cada mujer, cada hombre
cada animal volteado en la vértebra dramática
todos y cada uno de ellos
y en todas partes la vida como un sol amargo
y yo, hinchado de colores
cierro las alas y duermo sobre la tristeza



Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel y La muerte tiene los días contados. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. A comienzos del 2005 obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa, catalán, macedonio y griego. Durante cuatro años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó diversas antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente radica en Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Una selección de su obra acaba de aparecer en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Es considerado una de las voces más importantes de la nueva poesía latinoamericana.

jueves, 10 de septiembre de 2015

MARIO MELÉNDEZ V


LA INVITACIÓN


Mis funerales serán mañana
no te los pierdas
trae a los niños si quieres
habrá números para todos los gustos
habrá mimos y magos y payasos
y una cantante
como nunca has escuchado
Vendrá gente de todas partes
a celebrar este día
Los estudiantes llegarán
con sus globos azules
los pobladores alzarán sus banderas
a un lado de mi tumba
las hojas bailarán
al compás del viento
que también estará presente
en este sencillo homenaje
y una mujer desnuda
como nunca has visto antes
entrará en mi ataúd
y lo sellará por dentro
Qué más te puedo contar
Los vendedores gritarán sus ofertas
apostados en las cruces
y ofrecerán retratos míos
que no me favorecen
y también mis originales
que no son originales
sino copias que algún vivo
imitó con cuidado para enriquecerse
Te pido no compres nada
más bien disfruta el momento
porque a las quince en punto
un coro de grillos
dará inicio a la fiesta
Entonces
se apagará el cielo de golpe
cuando las nubes lo cubran
en señal de respeto
y las palomas dibujen mi nombre
en pleno vuelo
y las abejas llenen de miel
los recuerdos y las lágrimas
Y hacia el final del día
cuando todos estén cansados
y borrachos
un niño que no sabe leer
pedirá la palabra
y dirá el más bello discurso
que jamás has escuchado
Ya sabes
no faltes a esta cita
no hagas que me levante
de mi tumba
para tirarte las orejas
o que esconda para siempre
las llaves del cementerio
y no tengas a quien
llevarle flores








LA ÚLTIMA CENA

Y el gusano mordió mi cuerpo
y dando gracias
lo repartió entre los suyos diciendo
"Hermanos
éste es el cuerpo de un poeta
tomad y comed todos de él
pero hacedlo con respeto
cuidad de no dañar sus cabellos
o sus ojos o sus labios
los guardaremos como reliquia
y cobraremos entrada por verlos"

Mientras esto ocurría
algunos arreglaban las flores
otros medían la hondura de la fosa
y los más osados insultaban a los deudos
o simplemente dormían a la sombra de un espino

Pero una vez acabado el banquete
el mismo gusano tomó mi sangre
y dando gracias también
la repartió entre los suyos diciendo
"Hermanos
ésta es la sangre de un poeta
sangre que será entregada a vosotros
para el regocijo de vuestras almas
bebamos todos hasta caer borrachos
y recuerden
el último en quedar de pie
reunirá los restos del difunto"

Y el último en quedar de pie
no solamente reunió los restos del difunto
los ojos, los labios, los cabellos
y una parte apreciable del estómago
y los muslos que no fueron devorados
junto con las ropas
y uno que otro objeto de valor
sino que además escribió con sangre
con la misma sangre derramada
escribió sobre la lápida
"Aquí yace Mario Meléndez
un poeta
las palabras no vinieron a despedirlo
desde ahora los gusanos hablaremos por él"
Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel y La muerte tiene los días contados. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. A comienzos del 2005 obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa, catalán, macedonio y griego. Durante cuatro años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó diversas antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente radica en Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Una selección de su obra acaba de aparecer en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Es considerado una de las voces más importantes de la nueva poesía latinoamericana.

lunes, 31 de agosto de 2015

MARIO MELÉNDEZ IV


CONFESIONES


 


A César Vallejo


 


No estoy, no soy, no pertenezco


vago de lado a lado como un gran gusano negro


Mi corazón tiene sus propios piojos


mi historia es un collage de perros viejos


que no ladran por temor a desaparecer


Mi infancia me persigue con un cuchillo


me persigue con un palo sin golpearme


me persigue con retratos y con flores


que se pegan a mi sombra sofocándola


Será que todavía pienso


que los árboles crecen de noche


que la pluma canta más que el mismo pájaro


y que el pájaro mataría por ser pluma


Será que en mí la vida se deshuesa como un sapo


como un sapo que ya no salta, pero se arrastra


aúlla como un quiltro desahuciado


mientras la muerte le lame las axilas


y las ánimas rasuran el umbral del miedo


La muerte me persigue con su carretilla al hombro


se desviste lentamente para que yo la vea


y me saluda de vez en cuando


dando gritos de vieja ardiente


La muerte tiene cuerda para rato


y yo que conozco sus trucos


yo que conozco su voz


yo que le sé hasta el ladrido


yo que me parezco a ella


como un mellizo fiel y resignado


yo soy la muerte también


y desde ahora soy eterno


VUELO SUBTERRÁNEO

Soy el objeto que soy
y a veces también soy otro y estoy lejos
sentado en agua y tierra
y en el eco de las lenguas ardientes
Y duermo, sí, duermo la colosal aventura
de la palabra humana acuchillada y ebria
sangrante en el recuerdo de los muertos
que parecieran venir de adentro
y sollozaran al verme escribir sus nombres
Y ahora, cuando sale de mi boca
esa tonada de lluvia y sol mojado
me recuesto por todas partes y respiro cicatrices
y recojo las migajas que le sobran a mi alma
y tengo frío
y me despierto en medio de las rosas
sin entender quien vive o ama todavía
Por eso es que mi ombligo no tiene edad
y sigo esperando el día de los besos perdidos
aún cuando mis uñas no tienen ganas
y mi cabeza está más triste y oscura que nunca
aún cuando mis sueños son anónimos
y mis huesos ya no encuentran
el murmullo de los siglos
Y vuelvo a deletrear cenizas
y vuelvo a perseguir mi sombra
y a este árbol que agoniza entre mis dedos
lo enterraré conmigo
y volaremos en espiral
como los dientes de algún resorte
y moriremos juntos, sin ataúd
como las cuerdas de una guitarra olvidada
y moriremos por siempre y será un premio
un premio a nuestros pies y a nuestra médula
un premio a nuestra antología de vidrio
Y lloraremos gusanos y lloraremos ratas
y lloraremos hormigas sin fecha y gatos de luto
y lloraremos sonrisas en los ojos ajenos
y negros bosques
donde una flor se arrancará los cabellos
Porque este cielo aún no me conoce
aún no oye el acorde que llevo en los sesos
no me conoce, y soy el objeto que soy
y a veces también soy otro y estoy lejos
y me extiendo por muros y calles
y pueblo estrellas
y dejo la luna en la mesa, sin avisar
y me emborracho a la salud de nadie
y me despierto en medio de las cruces
con una vigilia de araña
y con un beso dedicado a cada muerto
y a cada muerto un abrazo y un latido de tumba
y a cada muerto un suspiro
un trozo de mi antiguo corazón
que se derrama como un río de gemidos









QUÉ DEBO HACER PARA CANTAR


Qué debo hacer para cantar

si a veces se me pierde el grillo

que llevo adentro

se me desprende la campana

el timbre, el ave

y sólo me queda el latido

de algún jilguero en la memoria

luchando por desatar su melodía

sobre las alas del abecedario


Y cuando encuentro al fin mi flauta

en un estanque del tiempo

se me oscurece la garganta

de pensar a quién

a quién, a quién

dirigiré las notas

de este arcoiris sin luz

de esta ampolleta mal colocada

y casi siempre insatisfecha


Preferiría escuchar por las tardes

a una gaviota sentada en mi cuaderno

jugando a ser paracaídas

en los espacios en blanco

o repetir el grito de unos bigotes

al ser arrancados

de su lugar de origen


Preferiría el sonido de un huevo

sacando la lengua al aceite

apresurado por entrar a la boca

de mil mujeres sin dentadura


Entonces recuerdo

que llevo pegada una mosca

al tímpano del alma

ella se reproduce en mis sueños

y no es violín

porque en la muerte desafina

y se le rompen las cuerdas

al detenerse en la sangre



Mario Meléndez (Linares, Chile, 1971). Estudió Periodismo y Comunicación Social. Entre sus libros figuran: Apuntes para una leyenda, Vuelo subterráneo, El circo de papel y La muerte tiene los días contados. En 1993 obtiene el Premio Municipal de Literatura en el Bicentenario de Linares. Sus poemas aparecen en diversas revistas de literatura hispanoamericana y en antologías nacionales y extranjeras. A comienzos del 2005 obtiene el premio "Harvest International" al mejor poema en español otorgado por la University of California Polytechnic, en Estados Unidos. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa, catalán, macedonio y griego. Durante cuatro años vivió en Ciudad de México, donde dirigió la serie Poetas Latinoamericanos en Laberinto ediciones y realizó diversas antologías sobre la poesía chilena y latinoamericana. Actualmente radica en Italia. A comienzos del 2013 recibe la medalla del Presidente de la República Italiana, concedida por la Fundación Internacional don Luigi di Liegro. Una selección de su obra acaba de aparecer en la prestigiosa revista Poesia de Nicola Crocetti. Es considerado una de las voces más importantes de la nueva poesía latinoamericana.